jueves, 21 de abril de 2011

EL SUEÑO.


Quería acercarme a él, mirarle y contemplar su rostro…

Me encontraba frente a su imagen, la imagen de Jesús clavado en la cruz…

Observe su rostro marcado por el dolor y el sufrimiento… Las llagas de los clavos en manos y pies, que sujetaban su cuerpo desplomado… La herida desgarrada en su costado…
Le contemplaba y observaba fijamente...

Pensando y meditando en el hecho, a lo largo del tiempo y abatido, me encontré sumergido en un profundo sueño, el cual me transporto al pasado, al lugar de los hechos, al monte calvario, a Jerusalén…

Me encontraba presenciándolo todo junto a él, viendo y contemplando su dolor y sufrimiento...

El lugar estaba tenebroso, la alegría y el desprecio reinaban en los que le odiaban, y en los rostros de Maria, los apostoles, familiares y amigos se reflejaba la tristeza y el dolor.

Vi, como con malos modales le despojaban de su túnica y como le echaban sobre una enorme cruz de madera.

En ese momento un centurión romano se dirigía hacia el y se disponía a clavarle sobre los maderos…era terrible… yo no podía evitar el sentir el dolor de los clavos en mis manos y pies... no les importabas nada.

Cuando le levantaron en la cruz, el dolor y el sufrimiento reflejado en su rostro, se dejo ver claramente...

Le maltrataban, se burlaban y se divertían con el… en ningún momento vi que lo tratasen con delicadeza.

Después de tanto martirio, escuche su voz cuando se dirigía al Padre, y que razón tenia cuando le decía, perdónalos porque no saben lo que hacen...

Yo me sentía mal sintiendo su dolor y viendo como derramaba su sangre inocentemente, y al ver que no podía hacer nada por ayudarle...

Mi corazón se estremeció al ver a María su madre, estaba destrozada, a pesar de su dolor y su debilidad se mantenía en pie junto a el, a su lado, con el corazón destrozado…

Observe también sus lagrimas cristalinas recorriendo sus mejillas, era doloroso...

El dolor y el llanto se incremento al ver al centurión acercase a el y presenciar como con su lanza le abría el costado.

En ese momento mi alma se estremeció dándome cuenta que con Jesucristo, nos habían crucificado a todos nosotros...

Todo había terminado… Observando como le bajaban de la cruz y viendo como María con el corazón destrozado y con gran amor le acogía entres sus brazos, entre tinieblas, desconcertado, dolorido y con el corazón roto, bajaba del monte calvario.


Mientras caminaba en silencio, afectado, pensaba en el, en María su madre, y en los apóstoles…

No podía comprender él porque de esta injusticia, y trataba de hacerme ala idea, de que hubiese pasado si el mundo le hubiese aceptado, si hubiese creído en el, en su palabra, sí...


Seguía caminando… de repente el escenario cambio, me encontraba frente al palacio de Poncio Pilatos, donde el pueblo momentos antes le había rechazado y condenado, aun resonaban en mis oídos los gritos, ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!


Atento al griterío, observe que los gritos de ¡crucifícalo! se desvanecían, ala vez que otros gritos mas fuertes resonaban con más fuerza y claridad, Jesús, Jesús de Nazaret, Jesús de Nazaret…

En ese momento todo cambio, el pueblo que creía en el, que le necesitaba y que le quería, lo aceptaba…

Se ha hecho justicia, como inocente que es, Pilatos le ha puesto en libertad…

Ahora todo era distinto… observe a María su madre, corriendo a su encuentro llena de alegría para abrazarle, también los apóstoles emocionados y con gran alegría se abrían camino entre el gentío para llegar a su lado…

Hombres, mujeres y niños contentos eufórico vitoreaban su nombre tratando de acercarse a él, deseaban tocarle, querían alabarle, yo emocionado me uní a ellos viviendo el momento con gozo y alegría… el mundo junto a Jerusalén, conmovido se le entrego, le reconoció, se abrió a su amor.

De pronto, las tinieblas desaparecieron… del cielo descendieron rayos de luz iluminando el mundo, y el sol brillaba con mas intensidad…

Desde ahora contigo entre nosotros, no existirá el odio, el rencor, la maldad, la hipocresía, la pobreza y, el símbolo del mundo será el amor.

Los pueblos avanzaran en libertad, en los hombres y mujeres reinara la alegría, la fraternidad, la paz, la igualdad, y los niños nacerán y crecerán en libertad...

De pronto, la luz del sol que anunciaba el nuevo día y que se reflejaba en mi rostro, hizo que despertara, volviendo de nuevo a la realidad.

Seguía junto a la imagen de Jesús crucificado... Entristecí, se había desvanecido mi alegría, su liberación y la salvación del mundo, había sido un sueño…

J. P. D.


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