Despertar al nuevo día, contemplar el amanecer, presenciar la salida del sol y ver, como con su radiante luz, da vida al nuevo día que nace, iluminando a la vez el mundo…
Yo observo y levantando la mirada hacia el cielo doy gracias... Hay esta Dios, iluminándome y dándome los buenos días.
Encuentro con la naturaleza.
El nuevo día me invita a salir de la ciudad, a alejarme del ruido, las prisas, la rutina diaria y gozar de un encuentro con la naturaleza, visitar y contemplar el campo, buscar tranquilidad, sosiego y encontrar paz. Respirar aire puro, escuchar y disfrutar del canto de los pájaros, ver la maravillosa y variedad de la vegetación, contemplar sus abundantes variados y apetitoso frutales…
Agradecido levanto la mirada hacia el cielo y doy gracias... Dios me alimenta.
El agua.
En el encuentro con la naturaleza, no puedo evitar el escuchar el sonido y el susurro del agua que despiertan mi curiosidad y el deseo de contemplarla.
Salgo a su encuentro, localizando y contemplando ríos, lagos y manantiales, observo el agua cristalina y transparente… De nuevo mirando al cielo doy gracias. Dios calma mi sed.
El atardecer.
Viviendo el día intensamente y contemplando las maravillas de la naturaleza, me sorprende el atardecer, observo la puesta del sol, contemplo como el sol se va ocultando, dejando paso a la noche.
La noche me ofrece entre otras, poder sentir su silencio, su frescor, la brisa del aire de otra manera y mirando hacia el cielo, contemplarlo iluminado con la luz de la luna y el resplandor de las estrellas…
Hay esta también Dios, sosegándome y dispuesto a velar mis sueños.
Amen
J.P.D.
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