Dulce Verónica de los cielos hija de Dios.
Repartidora de tu inmenso amor, que Dios, te hizo especial con tu fe, encanto y dulzura y te concedió el privilegio, de conocerle a el y a la Virgen María.
Por eso Verónica, estas en el reino de los cielos, junto a todos los Santos, gozando de la gloria, el amor y la luz de Dios y de la Virgen María, ofreciéndoles y llenándoles de tu humilde cariño y ternura…
Y por la gracia que ellos, Dios y la Virgen María te confieren, ruega por nosotros, cuídanos en este difícil caminar, llena nuestros corazones de amor y paz, y haz Verónica que seamos dignos de ti.
Verónica, abrazarte es hermoso y quererte es necesario.
Que tú presencia, sea sentimiento constante en nuestro interior.
Un abrazo. Te queremos... Amén.
J.P.D.
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